Dejé de usar el ascensor. Cada vez que tengo que llegar a un piso (sin importar cuan alto) subo la escalera.
En promedio estoy subiendo 25 pisos al día. Quizás este hábito no es tan “transformador” como los otros, pero es una inyección de power para enfrentar la comodidad y entrenar la mentalidad. Con cada escalón siento más la sensación de que ya podría hacer cualquier cosa que requiera de mi disciplina.